Ahora la vida es cada vez más pública, nos gusta sentirnos orgullosos de lo que antes nos daba vergüenza, los jóvenes hablan desde las redes todo lo que se les pasa por la cabeza, se opina abiertamente en un país en el que hace poco había una dictadura, haciendo tu propia terapia pública, haciendo de la sentencia y la confesión una fiebre con tintes de todo tipo, haciendo que la realidad sea casi un viaje psicotrópico.
Los cambios se suceden sin que los asimilemos o sin que nos importe darles el peso que tienen y en realidad es difícil pues la gravedad de los acontecimientos es creciente.
Si paramos en nuestro progreso, caemos en la espiral, nos mantenemos en precario equilibrio sobre la navaja de Ockham y seguimos avanzando sin mirar atrás.
Una caja con un carrusel de circo donde no somos los espectadores, sino los actores dando vueltas atados a los caballos de papel. Y dando cuerda está el sistema, tan bien engranado, machacando violentamente el tiempo entre diente y diente, diente de rutina, diente de necesidad construida con el vil metal.
El espectáculo debe seguir y nos dan todo lo que necesitamos, se fijan en todos los detalles para facilitarnos nuestras vanalidades. Mmmmm Bueno igual no, igual simplemente generan nuestras necesidades en base a lo que somos. ¿Quiénes somos? Saben muy bien de qué pasta estamos hechos, pues son conscientes de todas nuestras rarezas generadas para sentirnos algo diferentes. Ya no somos tan frikis porque han estudiado los metadatos con amplitud y nos meten en grupos de mercado.
Pero... ¡Oh!
¿Qué está pasando?
¿Estoy diciendo que el sistema se ha vuelto friki?
Ha tenido que ampliarse con tantos gustos etiquetas y hashtags que ya no sabe si está controlando o está siendo controlado por la marea de información que desprendemos.
En verdad dejamos rastro digital, yo diría que incluso impronta, aunque esta al final se comprima en una churrera soltando una masa procesada homogénea que fríe esta sartén que es el mundo.
¿Hemos forzado a las multinacionales a ser flexibles y serviles?
¿Estaremos siendo activistas sin saberlo gracias a nuestras frikadas?
¿Estamos condicionando el avance de la humanidad?
¿El mundo estaría cambiando democráticamente si todos estuviéramos conectados por la red?
Trazar líneas de conexión entre análisis de gustos, en base al espionaje global de la gente, y el que ahora haya cosas para todos los gustos, no creo que sea una conspiranoia de las que se escribían en la guerra fría. La realidad siempre supera a la ficción.
Es más, si te fijas, mucha gente está haciendo de su vida un reality, desde youtubers hasta madres que graban y ponen todo lo que hacen sus hijos pequeños. El Gran Hermano de George Orwell y los episodios de Black Mirror son reflejo de la actualidad.
¡¡¡Hasta los animales tienen sus seguidores!!!
Tenemos asumido nuestro papel en esta obra tragicómica mundial.
¿No creéis que somos grandes actores?
“La vida es sueño”
”Todo es puro teatro”
“Ser o no ser, esa es la cuestión”
La privacidad ha sido vulnerada pero todavía nuestras mentes son un reducto de originalidad sin patentar, dejemoslas libres y permitámonos un tiempo para ellas.
¡Uy!
¿Y si nos implantaran internet en el cerebro llegaremos a compartir todo sin reservas?
¿La transparencia será un logro o una lacra?
El "just in time" nos hace cambiar a todos por igual en un mundo global.
¿Somos más heterogéneos ahora o menos?
¿El gran peligro que se avecina es la falta de creatividad pues todo será normalizado?
¿Quedaremos todos atados unos entre otros en una tonalidad de grises que nos normalice o acabaremos polarizados en facciones violentas cada vez más antagónicas?
¿Acabaremos trascendiendo al homo sapiens en una mente colmena cibercósmica o la naturaleza nos aplicará un poderoso correctivo para que el ser humano siga avanzando aleatoriamente?
¿Nuestros gustos importarán algo cuando seamos viejos? ¿Tendremos gustos? ¿Tendremos ideas propias y originales?
¿El friki a muerto?
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